HISTORIAS HÍPICAS
Profesor Doctor Manuel Quintela
Una vida de emprendimientos y gran compromiso social
Manuel Quintela Cassagne nació en en la campaña del recientemente creado departamento de Treinta y Tres el 26 de julio de 1865. Era hijo de Juan Quintela Rodríguez y Olimpia Cassagne Prigbert. Su padre, inmigrante de Portugal, y su madre de Francia. Ernesto, su hermano menor, también ejerció la medicina y la docencia como profesor de Anatomía y Operaciones.
Como otros colegas uruguayos, tras graduarse decidió complementar sus estudios en Francia –país al que lo unía la nacionalidad de su madre– para especializarse en otorrinolaringología. Estuvo quince meses en París, estudiando en hospitales públicos y clínicas privadas. En 1892, regresó a Montevideo para abrir su primer consultorio, el primero de un otorrinolaringólogo uruguayo. Al poco tiempo, comenzó a aplicar métodos innovadores en su especialidad y a brindar los primeros cursos en Uruguay sobre enfermedades del oído.
La revolución de 1897 de Aparicio Saravia lo tuvo entre sus filas para la atención de los heridos en combate. Al año siguiente, producto del pacto entre el gobierno colorado de Juan Lindolfo Cuestas y los blancos rebeldes, fue electo diputado por su departamento natal, tarea que desarrolló hasta 1902.
Se casó con Luisa de Castro Caravia, hermana de María de Castro Caravia, esposa del abogado, político y futuro gran artista plástico Pedro Figari. Su hermano Ernesto contrajo nupcias con Catalina de Castro Caravia.
Con el ingreso de varios médicos a cargos en los poderes Ejecutivo y Legislativo, surgió una importante corriente de galenos que planteó la necesidad de conseguir los recursos indispensables para construir una nueva sede de la Facultad de Medicina. Manuel Quintela fue una llave fundamental. En 1904 se aprobó el presupuesto de la nueva obra, que empezó a construirse y fue culminada en 1911. En tanto, Quintela tuvo un papel decisivo como docente y como decano por dos períodos, entre los años 1909 y 1915, y luego en el período comprendido entre 1921 y 1927.
Su trabajo y sus tareas se desarrollaron en capas superpuestas, porque integró y presidió la vareliana Sociedad de Amigos de la Educación Pública entre 1905 y 1911, y también entre 1915 y 1919. A nivel político, fue elegido como integrante de la Asamblea Constituyente de 1916. Al mismo tiempo, se desempeñó como dirigente y presidente por dos veces de la Asociación Rural del Uruguay.
Como curiosidad, y en una línea de conexión con su infancia, Quintela tuvo enorme afición por los animales. Fue el introductor de las palomas mensajeras, fundó la primera Sociedad Colombófila de Uruguay e importó los primeros gatos persas que llegaron al país.
En una vida cargada de empresas realizadas y de gran compromiso social, la idea, creación y desarrollo de un hospital universitario fue para Manuel Quintela un objetivo fundamental a cumplir. Junto a otros prestigiosos médicos de la década de los años veinte, como Elías Regules, convenció al sistema político de que era esencial realizar una obra de esa magnitud. En 1928, junto al arquitecto Mario Moreau, Quintela recorrió varias ciudades de los Estados Unidos y visitó hospitales que serían referencia para lo que luego fue el Hospital de Clínicas. De allí se tomó la idea innovadora del llamado hospital “monoblock”, integrado en todas sus áreas y con divisiones de sectores por piso, construido en cemento armado.
Para una obra de esa magnitud, el Estado compró el terreno de la antigua quinta de la familia Cibils, sobre la actual Avenida Italia. El proyecto estaba en pleno desarrollo cuando a finales de diciembre de 1928 la muerte sorprendió a Quintela en la Facultad de Medicina que él mismo había logrado crear. No pudo ver la piedra fundamental del Hospital de Clínicas, que se colocó en la Navidad de 1930 ni, obviamente, a la inauguración del Hospital, en setiembre de 1953, aunque su nombre estuviera en letras de hierro como bautismo del gigantesco edificio. “Manuel Quintela fue un personaje fascinante, mezcla de inteligencia e intuición, amor por los animales, pasión lúdica, político de raza y médico hábil y competente. Un líder por naturaleza”, escribió su colega e historiador de la medicina nacional, Milton Rizzi, en la Revista del Sindicato Médico del Uruguay.
También hizo explícita su pasión burrera al presidir el Jockey Club de Montevideo, en dos períodos. La publicación de la memoria de los primeros cincuenta años del Jockey Club lo muestra como un referente muy importante de comienzos del siglo XX, tanto en las tareas relativas al Palacio sobre la Avenida 18 de Julio donde funcionaba la sede central del Club, como en las mejoras notorias del Hipódromo de Maroñas.
Según consta en el Libro del Cincuentenario del Jockey Club publicado en 1938, una reseña sobre Manuel Quintela señala:
• Dirigente del Jockey Club en los períodos 1888–1898, 1900–1914 y 1915–1928.
• Presidente del Jockey Club en los períodos 1906–1909, Julio 1925–Junio 1926, Julio 1926–Setiembre 1927 y Mayo 1928–Diciembre 1928.
Entre 1900 y 1906 integró la Comisión de Hándicap, fue vocal de la Comisión Directiva presidida por Pedro Piñeyrúa y comisario del Hipódromo de Maroñas.
El 17 de marzo de 1906 la revista El Jockey informaba en su sección Noticias que el Jockey Club había procedido a la distribución de cargos de la nueva Comisión Directiva habiéndose designado al doctor Manuel Quintela en calidad de presidente de la Institución. Una de las primeras acciones impulsadas por el novel presidente fue dar a conocer que el viejo Hipódromo iba a ser objeto de serias reformas que habrían de darle mejor apariencia estética y mayor número de comodidades.
Bajo su impulso, la Comisión Directiva aprobó las siguientes reformas:
• Construcción de un nuevo palco que se destinará a los socios, prensa y propietarios. El palco existente se utilizará para Tribuna Popular.
• Construcción de nuevos quioscos de sport, balanza, jockeys y sentencia.
• Reforma de la pista dotándola de una recta más larga (probablemente de 400 metros) para subsanar en lo posible las violencias del codo y los inconvenientes del bajo.
Para la realización de estas obras, Quintela formó una Comisión para llamar a Concurso de Proyectos la que sería integrada por tres miembros de la Comisión Directiva y dos ingenieros civiles para evaluar los trabajos que se presentaran. Se dispuso que las obras no se llevaran a cabo en forma simultánea, sino que se realizarían en detalle, en la medida que el tesoro del Jockey Club lo permitiera.
El 10 de noviembre de 1906 seleccionado el proyecto, la Comisión Directiva del Jockey Club ofreció el detalle de los trabajos que se realizarían a la brevedad posible en el hipódromo:
• Construcción de boxes en el predio del Paddock.
• Trasladar a otro paraje la casilla de los jockeys que sería colocada del otro lado del pesaje a la derecha del portón de entrada de los caballos.
• Adelantar unos metros la puerta de entrada ensanchando el recinto de las tribunas para mayor comodidad del público.
• Activar el arreglo de los starting gates de los 1.400, 1.500 y 1.600 metros que es notorio que están fuera de la línea correspondiente y levantar una empalizada del lado interior para evitar accidentes.
A comienzos de diciembre de 1906 los trabajos de reforma en el hipódromo marchaban a toda máquina. ja casilla de Jockeys y casi todas las barreras de hierro habían sido removidas de su sitio a efectos de ganar espacio para la instalación de los nuevos boxes. La empresa constructora se había comprometido a entregar la obra antes de enero de 1907 so pena de tener que pagar una fuerte indemnización en caso de no cumplir con el plazo mencionado. Los boxes se habían construido desarmables y fueron colocados provisoriamente en el paddock dando espalda a la calle Nuevo Circo. Se habilitó para los jockeys el salón de bufets de la planta baja del palco.
A fines de julio de 1907 la Comisión Directiva del Jockey Club resolvió hacer una enfermería de carácter provisorio en el salón de señoras del palco del hipódromo dividiendo este lugar por medio de un tabique. El doctor Andrés Crovetto fue designado médico permanente del hipódromo.
El 28 de setiembre de 1907 las reformas de “primera intención” ordenadas por la Comisión Directiva del Jockey Club habían sido finalizadas en el Hipódromo de Maroñas. Se construyeron los boxes en el paddock y el quiosco auxiliar para la venta de boletos, con dieciséis ventanillas (catorce laterales y dos al fondo) acoplado al antiguo quiosco. Se repararon las cañerías de agua corriente que se utilizaban para el riego de la pista. Esta fue mejorada en la recta quitándole los desniveles y baches mediante el agregado de tierra.
El 6 de febrero de 1909 cerca del final de su mandato como presidente del Jockey Club el Dr. Manuel Quintela envió un comunicado a la prensa y a sus compañeros de la Comisión Directiva informando que no presentaría su candidatura para el cargo de presidente del Jockey Club en las próximas elecciones ni aceptaría dicho puesto aun cuando fuera nuevamente reelecto contra su voluntad. Las múltiples tareas que le creaba el hecho de haber aceptado el decanato de la Facultad de Medicina, le impedirían atender al Jockey Club con la pasión que a él gustaría.
“Como criador de purasangre el doctor Manuel Quíntela, fundó el haras “La María Luisa”, que después fue el “Haras Montevideo” en sociedad con los señores Vicente Hernández y Saturnino Cristi, en el cual actuaron padrillos como King Charming, Delarey, San Pascual, Saca Chispas, Gran Señor y otros.”
Consigna la revista Sportsman en su edición del 22 de julio de 1916 la inauguración del haras Montevideo a la que “concurrieron aprovechando el hermoso día los Señores Arturo Brizuela, Doctor Carlos M. Gurméndez, Augusto Ponce de León, Doctor Ernesto Quintela, Juan Cat, Guillermo Lower, Carlos Cash, David Cash, Enrique Olivera Calamet, Alberto Nicolich, Antenor Pereyra, Conrado Rucker, Carlos Shaw, Pedro Crosta, Arturo Gómez Folle, Ricardo Mezzera, Edmundo Palomeque, Enrique Areco, Jorge Arocena, A. Wanrell, Joaquín Quintela, Pastor Victorica, Doctor Enrique Ponce de León, Doctor Pedro Villamil, Doctor Luis Correch, Doctor Fernando Giribaldi, Doctor José Z. Polero, Doctor Temístocles Ortiz, Santiago Morales, Pedro C. Rodríguez, Gregorio Sánchez, Saturnino Cristi, Vicente Hernández, Coronel Juan A. Pintos, Pedro Indart Denis, Jacinto Carrara, Ignacio Rivas, Juan A. Capurro, Gerónimo Cancela, Carlos Vale, Francisco Milia, Medardo Bonilla y otras destacadas personalidades del ambiente hípico.”
Algunos productos destacados del Haras Montevideo
Invitados por el doctor Manuel Quintela, la concurrencia pasó a observar los productos de la cabaña. Fue muy interesante el lote de yearlings expuesto, ofreciendo un conjunto notable por sus formas y desarrollo, dejándole la impresión a los invitados que al haras “Montevideo” le esperaba un brillante porvenir y que sería un alto exponente del elevage nacional en un futuro no muy lejano.
Volvemos la mirada al Libro del Cincuentenario del Jockey Club publicado en 1938:
“Con la excepción del período correspondiente a la Guerra Civil de 1904, las memorias de los ejercicios comprendidos del año 1900 al 1914, señalan la evolución notoria de la entidad.
Las Comisiones Directivas que sucesivamente presidieron los señores Osvaldo Martínez, doctor Miguel V. Martínez, doctor Manuel Quintela, doctor José Pedro Ramírez y señor José Shaw, tuvieron actuación descollante.
El apasionado entusiasmo que sentían por el turf del que dominaban los más complejos resortes; la penetración psicológica que les era natural; el alcance de su visión: el caudal de sus conocimientos y la misma influencia política y social que tenían aquellos personajes, les permitió hacer del Jockey Club una entidad poderosa y respetada.
Por otra parte, la acentuada transformación operada en el progreso general del país; las facilidades del transporte de la concurrencia al Hipódromo, en razón de la inauguración de los tranvías eléctricos; la mayor densidad de la población y la multiplicación de las cabañas y caballerizas, determinaron el auge creciente de las reuniones de Maroñas a las que el público prestaba cada día mayor preferencia, lo que se tradujo en un aumento notorio de las entradas de la sociedad que facilitó la realización de obras trascendentales.
En los documentos oficiales y en la tradición respetuosamente conservada de los acontecimientos de entonces, perduran los conceptos que traducen la inspiración sabia de las Comisiones de esa época de tan nobles recuerdos.
Dan la síntesis de este período pródigo en realizaciones, dos de los más ilustres sostenedores de la grandeza del Jockey Club en todos los tiempos: el Doctor Don José Pedro Ramírez y el Doctor Don Manuel Quintela, almas egregias que aún iluminan con potente claridad el camino de los que les reemplazaron en la densa responsabilidad de la tarea orientadora.
Distintos en la envoltura corpórea, como en la exteriorización anímica, pero semejantes en la intensidad de la inteligencia, en el fervor patriótico y en el sentido profundamente humano de su amor a los desamparados, Ramírez y Quintela son los genios tutelares de la Institución por la cual velan desde la inmortalidad.
La personalidad de Ramírez constituyó una fuerza cósmica dentro del turf: a su alrededor giró hasta consolidarse la nebulosa inicial de la afición; la personalidad de Quintela, también, tuvo para el turf significado imperecedero: fue el hombre providencial en horas de angustia.
¡Si refiriéndose a determinado aspecto de la vida preclara de Ramírez, pudo uno de sus más calificados biógrafos afirmar, en frase tan exacta como bella, que siempre que de él se hablara habría que hacerlo de rodillas, de Quintela cabe decir que siempre que se le nombrara habría que descubrirse, recordando su extraordinaria capacidad de organizador!
Ramírez, tenía la elocuencia suprema de la palabra; Quintela, la suprema elocuencia de la acción.
Ramírez, era un apóstol; Quintela, era un héroe.
Ramírez, inflamaba; Quintela, conducía.
Ambos murieron desempeñando la presidencia del Jockey Club.
Los dos sirvieron la causa del turf con la magnífica vehemencia que hizo del uno el árbitro de la paz nacional y del otro un cruzado de la salud pública.
Nadie infundió más vida al Jockey Club que Ramírez; ninguno lo defendió como Quintela.
¡Por eso en el Jockey Club, José Pedro Ramírez y Manuel Quintela son dos cumbres cuya grandeza verá acentuada su majestad a medida que transcurra el tiempo y mientras se venere su memoria existirá la Institución!”
El jueves 27 de diciembre de 1928 la Revista El Jockey (órgano Oficial del Jockey Club de Buenos Aires) en su portada publicó una foto del doctor Manuel Quintela y los textos que reproducimos a continuación:
“El lunes de la semana anterior falleció en Montevideo el doctor Manuel Quintela, presidente del Jockey Club y una de las figuras de más sólidos prestigios del Uruguay.
Médico, profesor, político, sportsman, su figura era muy apreciada en los círculos políticos, científicos y sociales. En su larga y fecunda vida pública ocupó numerosos cargos; actuó en la Cámara de Diputados, ocupó la cátedra de otorrinolaringología desde su fundación; fue catedrático de botánica y zoología, miembro de la Comisión de Caridad, del Consejo Universitario, de la Asistencia Pública, de la Sociedad Rural, del Club Médico, de la Sociedad Amigos de la Educación Popular, de la Asociación Nacional de Avicultura, autor de varios trabajos de carácter científico, presidente del Jockey Club en diversos períodos y propietario del haras Montevideo y del stud Olimar.
Adhiriendo al hondo sentimiento de pesar que produjo entre los socios de nuestra Institución la noticia de su muerte, el presidente, Sr. D. Tomás E. de Estrada, asociándose oficialmente al duelo de la Institución hermana y en consideración a los merecimientos del ilustre extinto, resolvió enviar sus condolencias a la familia, ordenar que se depositara una corona de flores en su tumba; y en la imposibilidad que se trasladara a Montevideo una delegación especial que llevara el pésame argentino a nuestros amigos uruguayos, rogó telegráficamente a don Pedro Indart Denis que pronunciara algunas palabras despidiendo los restos del doctor Quintela en nombre del Jockey Club de Buenos Aires. Resolvió asimismo entornar ese día la puerta de nuestro local social en señal de duelo y enviar al vice Presidente del Jockey Club, Sr. Augusto Morales, el siguiente telegrama:
Señor Augusto Morales
Vicepresidente del Jockey Club
Montevideo
Desolados por la muerte de nuestro eminente y querido amigo el doctor Manuel Quíntela, llegue a ustedes, que lo lloran con tan justo dolor, nuestra más honda y acongojada condolencia.
El duelo del Jockey Club de Montevideo es también un íntimo duelo nuestro, un verdadero duelo de familia. El doctor Quíntela, a quien contábamos entre nuestros afectos predilectos y por. cuya personalidad sentíamos el más grande de los respetos, era por sus altas prendas. morales, la dignidad de su carácter, la fuerza de su energía, la austeridad patricia de su vida consagrada a la ciencia, su ávida inteligencia de investigador y de estudioso, su probado civismo y sus actividades de sportsman atizadas por un comunicativo entusiasmo, uno de los valores morales de positivo arraigo en la sociedad, a la cual enalteció, y ante cuya desaparición se experimenta la zozobra de lo irreparable y surge el problema de la difícil substitución.
Es realmente triste que el curso de una vida fecunda se interrumpa antes de acabar la humanitaria misión de bien y de bondad que llenaba sobre la tierra.
Honremos la memoria del gran amigo estrechándonos fraternalmente en el amargo infortunio que nos es común.
Alberto Julián Martínez Tomás de Estrada
Secretario General Presidente
El presidente del Jockey Club contestó en los siguientes términos:
Sr. Presidente del Jockey Club Argentino
Dr. Tomás E. de Estrada
En nombre de esta Comisión Directiva agradezco al señor presidente las sinceras y hondas manifestaciones de condolencia que nos llegan en momentos en que una gran sombra de dolor se cierne sobre esta casa, que alienta el espíritu aún cálido de su querido presidente, caído en forma tan aleve e inesperada que aumenta aún más nuestra profunda desolación. La palabra cordial de esa Institución amiga, por la que tan hondos afectos alentara nuestro ilustre extinto, nos es bálsamo de dulces consolaciones que obliga nuestro profundo reconocimiento.
Enrique F. Areco Augusto Morales
Secretario Presidente
Referencias:
Revista El Jockey (Uru) – 17 de Marzo de 1906 – 10 de Noviembre de 1906 – 28 de Setiembre de 1907
Revista Sportsman – 22 de Julio de 1916
Revista El Jockey (Arg) – 27 de diciembre de 1928
Revista del Sindicato Médico del Uruguay – Milton Rizzi – Manuel Quintela (1865 – 1928)
Libro del Cincuentenario del Jockey Club de Montevideo – 1938
Semblanza del Dr. Manuel Quintela del 1ero. de Octubre de 2020-Valentín Trujillo–Director de la Biblioteca Nacional