BANDERA VERDE (Hipódromo en Miniatura)

EN EL “HIPODROMO LA BASTILLA” (JOSE C. FRIGERIO/JORGE “TUKY” QUINCKE)

Probablemente el más difundido en nuestro país de los juegos de caballitos de plomo fue fabricado en Argentina en las primeras décadas del siglo XX y de acuerdo a las personas que contactamos se trataba de un juego de origen francés cuyo nombre original aún no lo hemos podido conseguir a pesar de haber hecho innumerables viajes por Internet.

El juego original Bandera Verde tenía 8 andariveles es decir que podían competir 8 caballitos por carrera.

Bandera Verde Pista Original

 

A cada competidor se le entregaban fichas (equivalentes a fustazos o estímulos) de acuerdo al siguiente detalle:

Andarivel o Caballito 1: 8 fichas

Andarivel o Caballito 2: 9 fichas

Andarivel o Caballito 3: 10 fichas

Andarivel o Caballito 4: 11 fichas

Andarivel o Caballito 5: 12 fichas

Andarivel o Caballito 6: 13 fichas

Andarivel o Caballito 7: 14 fichas

Andarivel o Caballito 8: 15 fichas

Carreritas en La Bastilla en la década del 60

 

Esto se empleaba para equiparar las chances de los caballos cuando llegaban al codo largo o “pantano” en el que había 7 casillas más por cada andarivel.

Las fichas tenían diferente valor de casillas según en qué parte de la carrera eran utilizadas.

Se guardaban en una urna de madera o algo similar y esto tenía como consecuencia que los competidores (jockeys) tuvieran que estar atentos para contabilizar cuantas fichas ya habían utilizado sus oponentes y cuantas le quedaban aún por utilizar.

En la primera vuelta , de la largada hasta el disco , las fichas valen 3 y se pueden usar hasta 2;

desde ahí hasta LIMITE valen 5 , solo se puede usar 1 ficha.

Para abrir de andarivel, 1 para atrás; para cerrar son 2 para atrás.

En ambos casos tiene que haber por lo menos 1 casilla libre para adelante con

otro caballito; y es obligatorio correr lo que sacaste y después abrir o cerrar.

En el juego original se usaba solamente un dado, aunque con el tiempo se hicieron copias de la pista para 10 y hasta 12 caballos respetando el equivalente del número de fichas pero pasándose a jugar con dos dados.

El Hipódromo se llamaba La Bastilla, que era donde jugaban en las décadas del 60 y 70, estaba localizado en la barbacoa de la casa de Jorge “Tucky” Quincke en Carrasco y todos los 14 de Julio se corría el Gran Premio 14 de Julio, equivalente a nuestro Gran Premio José Pedro Ramírez, al que había que concurrir de estricta etiqueta.

 

Caballitos del Hipódromo La Bastilla

 

Carreritas en La Bastilla

 

Ellos corrían 4 o 5 carreras por noche y casi siempre había un “Clásico”

Los participantes de este hipódromo eran entre otros Francisco “Pancho” Ugartemendía, José C. Frigerio, James Souberbielle, Alfredo Frigerio, Carlos Sierra, Eduardo Guffanti y obviamente el anfitrión Jorge “Tucky” Quincke.

Este último tenía el stud “Audi” con los 4 aros dibujados y Pancho Ugartemendía el stud “El Refugio”.

Tuve la suerte de haber sido invitado por Guillermo Quincke junto a otros compañeros del Colegio Alemán a jugar un par de veces en esta pista obviamente en fines de semana donde no había “actividad oficial” y así fue como conocí el juego Bandera Verde.

Carreritas en La Bastilla

 

Los caballitos que sobrevivieron de las distintas temporadas en el Hipódromo La Bastilla

 

Rosanna Frigerio recuerda que muchas carreritas se realizaban en el living de su casa en la calle Orinoco.

Allí en su casa su madre les hacía cena a todos u otra veces pedían pizza.

“Me encantaba llegar a casa y que estuvieran en esa fiesta…humo, trago, muchos gritos, y risas…algunas calenturas.

Eran todos muy amorosos y siempre le llevaban bombones o flores a mamá.”

 

EN EL “HIPODROMO DE GUILLERMO PAYSSE”

Cuenta Guillermo Paysse, recordar hace 60 años, ver a su padre Rafael jugar con sus amigos burreros Gastón Otegui (stud El Grillo le cuidaba Héctor Mariño), Rodolfo Jalabert (le cuidaba Félix Gómez) y Orestes Fratelli (le cuidaba Luis Donamarí) en la casa de José Martí y Santiago Vázquez.

También recuerda que con su padre realizaban campeonatos mano a mano, pero sin fichas, a puro dado y cada uno tenía su stud (el de él «El Zorzal» y el de su padre «Los Microbios”) y se iban eliminando los caballos perdedores, luego los ganadores de una y así sucesivamente hasta quedar los cuatro primeros para las finales. Con una división de caballos, yeguas, potrillos y potrancas, con los correspondientes llamados para carreras ordinarias y clásicos.

“En los últimos veinte años nos reunimos con un grupo de amigos los días lunes en los diversos hipódromos, ya que cada casa donde corríamos y cenábamos llevaba el nombre de un hipódromo.

Se corrían cuatro carreras con apuestas: combinadas, trifectas y pick 4. Situación que generaba que no todos los caballos fueran a ganar. Culminadas estas cuatro carreras se jugaban «dos rajadoras» de 500m. las que se jugaban solo con dados, sin apuestas. Premiando al caballo ganador.

También eran muy festejados los pozos importantes y en las dos rajadoras (sin fichas) eran con nombres los caballos y los jockeys por lo que los gritos de los participantes eran mucho mayores y seguramente oídos por los vecinos sobre la 01.00 o 01.30 am en que se corrían las dos últimas.

En carrera

 

Listos para largar

 

En este momento estamos en un alto en las carreritas a los efectos de evitar reuniones por razones sanitarias.

Jugamos en el período de marzo a diciembre y corríamos unas 35 reuniones, algunos años se disputó alguna reunión más.

Los jockeys éramos un grupo de amigos burreros: José Frigerio (fallecido), Miguel Storace, Daniel Sambarino, Fernando Roldán, Fernando Incerti, Miguel Kroeger y Guillermo Payssé.

Con el último grupo se procedía al sorteo de los números en cada carrera a disputarse, sin stud propios, donde cómo te describí se realizaban apuestas ocultas que se depositaban en una caja con ranura, por lo que nadie conocía la apuesta del otro hasta terminada la carrera.

Situación que generaba «bombos» cuando el participante (jockey) no le jugaba a su propio caballo. Muchas veces no había aciertos de combinadas o de pick 4 y los pozos se iban acumulando.

Las autoridades del Hipódromo eran rotativas y duraban un año. Se elegían: a) presidente; b) vocal; c) starter; d) datos y estadísticas; e) tesorero, atención al cliente y de pista.

Respecto a las reglas del juego se utilizaban las mismas ya mencionadas líneas arriba con la única excepción que se utilizaba un sólo dado y los números 1 y 6 valían 3 con lo cual se le restaba mérito al azar.

Dado-fichas-cubilete

 

Una anécdota vinculada con las apuestas fue un día que José Frigerio llegó con cuatro pick a la última en que corrían cinco caballos, hizo su apuesta oculta y los otros jockeys (en silencio, ya que se trataban de evitar los comentarios en carrera, regla que no siempre se cumplía) supusimos que había excluido en las apuestas a su conducido y pudimos llevarlo encajonado hasta el disco y así fue.

En conclusión quedó el pozo y José despotricó y puteó de lo lindo.

En razón del juego así se llamó nuestro stud en Maroñas: Bandera Verde (Chaquetilla verde, puños y gorra punzó).

No tuvimos muchos caballos, pero entre los ganadores cabe mencionar a Rivalsa (Ritz y Valetodo por Vivaz) y Hustler (Candy Stripes y Henrika por Harken) ambos cuidados por Pablo Cardozo (léase Miguel Storace).”

 

EN EL “HIPODROMO DE LOS HERMANOS DIAZ”

Hector Díaz nos cuenta que sus hermanos Carlos, Pedro y él participaron de varios grupos de carreritas.

“En todas las ocasiones se organizaron como un hipódromo, con Studbook, categorías, programa clásico, etc. y el principio del juego era una copia del Bandera Verde fabricado en Argentina para el cual se utilizaba un dado y un determinado número de fichas por competidor según el número de andarivel que le tocaba.

“El 1er. grupo fue por los comienzos de los años ’60 y los ocho studs eran de Ronny y Douglas Mc.Gregor, Miguel Aguirre, José Enrique «Quique» Gomensoro, mi hermano Carlos Díaz, Enrique Aramburu, Roberto «Gallego» Ferreiro y Alfredo Armand Ugón. Después hubo algún cambio, se incorporó mi hermano Pedro Díaz por Ronny y Joaquín Labat por Quique.

El Gallego Ferreiro era un loco bravo y un gran timbero, y te cuento que tenía un caballito que se llamaba Pancho Baleta, en honor a tu abuelo, que, como te imaginarás, yo ni sabía quién era!

En ese entonces yo vivía en la calle Libertad en una casa grande con un gran subsuelo y esa era la sede.

Cuando se desarmó el grupo, todo quedó en casa, y yo le enseñé a mis amigos del barrio y del liceo, y todo el mundo se enganchó y pasamos veranos enteros corriendo carreritas!”

Doblando el Codo en la pista de los hermanos Díaz

 

El 2do. grupo se armó en el 71 y tuvo la base de éste: los hermanos Mc.Gregor, Eduardo Thomaset, Enrique Aramburu, Carlos Díaz (que salía tarde de su trabajo y entonces yo iba y le corría alguna carrera), Milton Brito, Carlos Restano y Alfredo Armand Ugón.

Ya no vivíamos en Libertad, y la sede era rotativa. Al año siguiente recalamos en el Club Suizo donde seguimos por un par de años, y con algunos cambios, Oscar Quadri por Eduardo Thomaset y no recuerdo quien por Restano.

El 3er. grupo fue en el 81 y 82. Originalmente éramos Hugo González «Gonzalito», Pedro Díaz, Gustavo Aguirre, Agustín Aguirre, Carlos Díaz, Eduardo Echeverry «el Chino o el Manquito», Arturo Ochoteco y yo.

Mis padres vivían en una casa de la calle L. P. Ponce, y se la tomábamos por asalto todos los martes. Porque además de los que teníamos stud, iban varios más, que suplían ausencias o que alguno dejaba que le corrieran alguna carrera.

Tan así era la cosa que agrandamos la pista a 10 andariveles, la estiramos un poco y aumentamos el número de fichas proporcionalmente. Entonces se agregaron Bolívar González y Rodolfo Iribarren «Mefisto».

No recuerdo porqué mi hermano Carlos empezó a no ir, y ese stud lo heredó Angel “Manito” Guazzo al año siguiente.

Un final de hacha y tiza en la pista de los hermanos Díaz

 

La ruptura de la tablita del 82 cambió la situación de varios, y no seguimos hasta el año 1990 en que organizamos el último grupo con el cual corríamos en la casa de «Gonzalito»(Hugo González) en Punta Gorda.

Ese año hicimos 11 studs, previendo que siempre había alternancia. Allí íbamos el dueño de casa, Pedro Díaz, Juan Ripoll, “Manito” Guazzo, “el Chino” Etcheverry, Alejandro Ferrari, Abel Cestau, Roberto Gil, Bolivar Gónzalez, Nelson Savastano y yo.

Este grupo solo duró una temporada. El dueño de casa tuvo un serio problema de salud, yo cambié mi situación laboral y empecé a viajar al interior (era el que llevaba todos los libros del hipódromo) y la cosa se deshilachó.

Me quedó un lote de caballitos y la pista que ha sufrido por el paso del tiempo.”

Los caballitos que sobrevivieron de las distintas temporadas en la pista de los hermanos Díaz

 

HISTORIA DE UNA COMBITRIPLE

“En la década de los ’70 y entrados los ’80, la combitriple fue un suceso entre los juegos hípicos, desplazando a la tradicional tripleta.

Consistía en el acierto de las combinadas de tres carreras previamente elegidas, con la dificultad adicional de que en el último pase el acierto debía ser exacto, esto es, en el orden de llegada.   Como se elegían las carreras más numerosas y difíciles para el juego, era muy común su desacierto, y la acumulación de importantes pozos que, a su vez, estimulaban mayores volúmenes de juego.

A fines del mes de setiembre de 1981, tras una cadena de varios desaciertos, se formó un importante pozo que superó los $ 812.000 de aquel entonces. Para tener idea de lo que significaba esa suma, recordemos que fue previa a la catastrófica ruptura de la “tablita”, por lo que el dólar debía rondar los $10; y que el clásico de ese domingo, premiaba al ganador con $ 30.000, 27 veces menos que el dinero acumulado en la combitriple.

Ese día, un solo vale se llevó la totalidad del pozo, en lo que posiblemente haya sido (a moneda constante) uno de los mayores (si no el mayor) aciertos hípicos.

En este relato se recrean los detalles de ese acierto, de acuerdo al recuerdo de uno de sus protagonistas.

De como errar la cuadrupleta en los plomitos y acertar la combitriple acumulada en Maroñas

En el juego de carreritas, jugábamos boletos en cada carrera y en las 4 carreras que corríamos por noche, hacíamos una cuadrupleta, que como es fácil imaginar, era difícil de acertar.

Tenía un valor bajo, pero todos hacíamos unas cuantas por eso mismo.

A esos juegos se le hacía una quita razonable, un 20% que dejaba noche a noche algunos pesos de los cuales se compraban pizzas y bebidas (y también algún cajón de whisky).

A fines de setiembre de 1981 coincidió que sucesivos desaciertos en la combitriple dejaron un gran pozo, y nuestra cuadrupleta tenía una situación similar, salvadas las distancias en cuanto a monto. Entonces se me ocurrió que con ese dinero podíamos intentar el acierto de esa combitriple esquiva, que se preveía iba a tener un pozo extraordinario.

Con el acuerdo de todos, quedé encargado de la tarea. Incorporamos a la sociedad a mi padre, que agregó un décimo del dinero existente (ya eramos 10 en el grupo), y así empezó la cosa.

El primer pase era una carrera numerosa de potrancas perdedoras, pero donde destacaban dos animales: Leticia, una hija de Eleuterio y De Mar (hermana entera de Dodu) del Stud “Capricho”, y April Glory, una reservada del “Casupá” hija de April Love, a la que recordaba como una buena yegua de corta campaña.

Con ese panorama, cargué esa combinada con 60 vales, e hice una doble llave de ambas con alguna otra que podía terciar en la definición.

Se corrió la carrera y definieron mis candidatas. Su combinada fue la favorita, tenía más de 7.000 vales que quedaron en carrera por un pozo que trepó a los $812.000. Todo el hipódromo estaba en carrera tras el gran pozo.

El segundo pase era una carrera de bolsa, de caballos de medio pelo, entre los que estaba Varinio, un hijo de Lennox y Varinia, que había pintado para bueno pero se había hecho roncador y era del Stud “Alejandra” de un amigazo, Luis Lerena, que si bien no iba a las carreritas, compartía nuestra mesa en el Folle.

Luis lo estaba esperando, tenía varios ceros y además tenía un andar curioso, ya que parecía estar medio manco. Después del paseo, me dice: “mirá que hoy competimos”.

Se trastocaron mis planes, que eran mezclar tres caballos con 20 en cada combinación (el último pase era directo y era una carrera abierta) y entonces mezclé cuatro caballos: 6 combinaciones de 10 vales cada uno.

Defendiendo el secreto del amigo, recurrí a un compañero de facultad que era vendedor de boletos en el Folle y le pedí que me hiciera las de Varinio, mientras que yo, a la vista de todos, hice las tres combinaciones de los otros elegidos.

Varinio vino en la mitad del lote, y en la recta apareció abierto y le ganó netamente a Astuto, al que corrió N. Gasparini.

Dio como $ 60 y para la combitriple fue devastador.

Cuando se prendió en el totalizador la cantidad de vales que pasaban, eran apenas 24! Creo que el hipódromo entero nos odió; en el 1er.pase todo el mundo quedó con vida, y después de éste, éramos muy pocos los sobrevivientes.

Yo tenía 10 de los 24, pero se me prendió la lucecita: Lerena tenía que tener alguna! Y dónde está?

Nadie sabía, lo habían visto salir corriendo, gritando como loco después del éxito (había jugado todo lo que había podido) pero no había vuelto.

Entonces me fui hasta las duchas donde lo encontré, mojado, poco menos que bañándose con Varinio; resulta que él tenía otras 10, las que puso en mi poder sin indicación alguna…

En el 3er.pase faltaba concretar la cosa: juntamos los vales (20 de 24) y el desafío era doble; acertarla y que los otros 4 erraran, para llevarnos el pozo entero.

Era otro hándicap de bolsa, un poco mejor que el anterior, donde la cátedra señalaba a Snow Sol, un alazán hijo de Snow Cry al que corría J.W. García y a un hijo de Samuel de J.  Gularte, Arriba Uruguay, que iba con la monta del mismo.

Dos vales seguros eran para la combinación de ellos. Alguien me sugirió repetirlas, porque era más que probable que de los 4 vales “enemigos” alguno fuera para allí, pero yo preferí aplicar otro criterio, e hice doble llave con ambos ganando y como 6 o 7 participantes segundos (a todos los que le veía chance).

Incluso me quedaron algunas para poner primero a algún otro con los dos favoritos segundos. Ganó Arriba Uruguay y llegó 2º Bam Bam, que iba en yunta con el ganador, así que la combinada se hizo con el 3º que resultó Puma.

Nos llevamos el pozo entero: más de $ 812.000 en una época en que el dólar estaba a menos de $ 10.

Fui al comisariato y me pagaron con un cheque el pozo entero que era más de $ 812.000. El lunes a primera hora fui a cobrarlo pero se ve que llegué antes que los remeseros del Jockey Club, porque no tenían fondos; tuve que esperar como 20 minutos para que lo pagaran!”

Resultados de las carreras de la Combitriple del día 27 de setiembre de 1981

 

EN EL “HIPODROMO DE LOS MARTIN” San Isidro, Buenos Aires – Argentina

Suponemos que réplicas del Bandera Verde en Uruguay debe haber alguna más de las que mencionamos antes, pero en este caso cruzaremos el charco para verificar que también es utilizado este juego en la República Argentina.

Enrique Martín Ferro, conocido entrenador de caballos de carrera, es el Presidente del “Hipódromo de los Martín” y nos cuenta:

”Descubrí este juego hace como 40 años atrás en Punta del Este con unos amigos franceses que me llevaron a jugar en su barco.

Realizamos reuniones una o dos veces al mes de una carrera cada una, ya que la carrera dura aprox. una hora, pero antes de largar se hace un asado bien rociado para agasajar a los invitados.

Nosotros hicimos una copia de la pista que permite correr hasta 12 caballos, los cuales tienen chaquetillas de stud famosos y entre los participantes se sortea el número de mandil (andarivel) correspondiente para determinar por cual andarivel le tocará correr a ese caballo.

Largada vista de frente en el Hipódromo de los Martín

 

Al realizar la copia de la pista respetamos todas los reglamentos del juego con la excepción de que jugamos con dos dados hasta llegar al codo final, donde comenzamos a jugar con un solo dado.

Y a los efectos de emparejar las chances tanto cuando usábamos dos dados como cuando usábamos un dado el 1 y el 6 del dado valen 3.

Tenemos dos nuevas pistas una de arena como Palermo y otra de césped como San Isidro, las que lamentablemente aún no hemos podido estrenar debido a las prohibiciones de realizar reuniones por las razones sanitarias de público conocimiento.”

Largada vista de atras en el Hipódromo de los Martín

 

 

Referencias:

  Guillermo Quincke

Rosanna Frigerio

 Guillermo Paysse

Héctor Díaz

    Enrique Martín Ferro

      Luis Costa Baleta

 

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